Cañas y Barro: 113

21/10/2009 1.107 Palabras

Capítulo VIII 113 Pág. 113 de 158 Cañas y Barro Vicente Blasco Ibáñez Nadie supo cómo volvió Tonet a la taberna del difunto Cañamel. Los parroquianos le vieron una mañana sentado ante una mesilla, jugando al truque con Sangonera y otros desocupados del pueblo, y nadie lo extrañó. Era natural que Tonet frecuentase un establecimiento del que era Neleta única dueña. Volvió el Cubano a pasar allí su vida, abandonando de nuevo al padre, que había creído en una total conversión. Pero ahora ya no se reproducía entre él y la tabernera aquella confianza que escandalizaba al Palmar con sus alardes de fraternidad sospechosa. Neleta, vestida de luto, estaba tras el mostrador, embellecida por cierto aire de autoridad. Parecía más grande al verse rica y libre. Bromeaba menos con los parroquianos; mostrábase de una virtud arisca; acogía con torvo ceño y apretando los labios las bromas a que estaban habituados los concurrentes, y bastaba que algún bebedor...

This website uses its own and third-party cookies in order to obtain statistical information based on the navigation data of our visitors. If you continue browsing, the acceptance of its use will be assumed, and in case of not accepting its installation you should visit the information section, where we explain how to remove or deny them.
OK | More info