De Cartago a Sagunto : 28
De Cartago a Sagunto : 28 de Benito Pérez Galdós Camino de nuestro albergue (que era una cabrería de la calle de Pilares, donde pasamos la noche anterior con sosiego y buena compañía), iba yo consolando al buen Ido, lo que no me fue difícil, pues la fácil teoría del mal menor vino muy a pelo para el caso de la deshonra de Rosita. ¿Qué mejor solución podía esperar el desolado padre que ver a la niña reposando a la sombra de una protección tan benéfica como la de don Plotino? Obra fue de los hados... estoy por decir que de la Divina Providencia. Por lo que el propio Ido me contara cuando llegamos a Huete, sabía yo los horribles temporales que había corrido la niña, desde que la raptaron en Fuentidueña de Tajo hasta que fue a caer en las inmundas mancebías. El cómo pasó Rosita de tal ignominia a las paternales manos del Pagasaunturdua, ni don José lo sabía, ni en...
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