De tal palo, tal astilla:4

22/12/2010 5.429 Palabras

De tal palo, tal astillaCapitulo IV: La raza de José María de Pereda Decían las gentes de Perojales que los Peñarrubia eran como los vencejos: aparecía uno, arreglaba el nido, formaba una familia y desaparecía con ella, sin saberse adónde ni por qué. Al cabo de los tiempos, volvía un nuevo Peñarrubia, restauraba el caserón de abolengo y etc. Así hasta nuestro doctor. Todos los de Peñarrubia, según la tradición perojaleña, parecían fundidos en un mismo troquel. Todos eran misteriosos, huraños, poco afectos a la tierra nativa, y señaladamente irreligiosos. Esa cualidad era la que podía llamarse, como ninguna de las otras, el sello de raza. De manera que no tenían número las horrendas historias y los pavorosos relatos que, a propósito de la insigne familia, pasaban de padres a hijos entre el vulgo del país, gente sencilla y cristiana y, por contera, suspicaz y maliciosa. Apenas hay aldea en la Montaña que no tenga su Casa correspondiente; casa infanzona y...

This website uses its own and third-party cookies in order to obtain statistical information based on the navigation data of our visitors. If you continue browsing, the acceptance of its use will be assumed, and in case of not accepting its installation you should visit the information section, where we explain how to remove or deny them.
OK | More info