Las inquietudes de Shanti Andía: 045
none Pág. 045 de 156 Las inquietudes de Shanti Andía - Libro segundo Pío Baroja Los chiquillos se reían de nosotros. Invitamos a algunas muchachas de aire equívoco a tomar algo en los cafés y tabernas, pero al vernos borrachos huían. Aburridos, cansados, dimos con nuestros cuerpos en una tienda de montañés próxima a la Puerta del Mar. Aquella noche hice yo un gasto de cólera y de rabia inútil. Al entrar en la taberna vi a un hombre moreno, mal encarado, que miraba de una manera aviesa. Debía de ser un matón. Me alegré; era el momento. Me acerqué a él y le dije: -¿Qué pasa? ¿Qué pasa? ¿Qué mira usted? -¡Yo! -exclamó él, sorprendido. -Sí, me mira usted con una cara... -Cara de jambre, zeñorito -me dijo amablemente-. No ha pazao por mi cuerpo en to el día a razón de doz cuartoz de comida. Aquello me dio una ira y una tristeza profunda. El hombre me contó que estaba sin colocación; la familia y los hijos, sin comer. Le invité a tomar...
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