Las inquietudes de Shanti Andía: 110
Capítulo III - Una noche en Frayburu 110 Pág. 110 de 156 Las inquietudes de Shanti Andía - Libro qinto Pío Baroja Aunque la veía por las tardes, solía pasar todas las noches por delante de su casa. Los enamorados son insaciables. Ella estaba junto a los cristales, me veía, me saludaba y cerraba las maderas del balcón de su cuarto. Yo necesitaba estar solo para saborear mi felicidad, y en vez de ir al casino o a mi casa, me marchaba al rompeolas, me sentaba en el pretil con las piernas para afuera y miraba el mar, a la luz de la luna o a la luz de las estrellas, retorciéndose en torbellinos furiosos. Una noche, ya al final de septiembre, me había retrasado. Estaba solo en el rompeolas; el mar, agitado, hacía el estrépito de una serie de truenos al chocar contra las rocas, y levantaba nubes de espuma. Oí en el reloj de la iglesia que daban las once de la noche, y me dirigí hacia casa. Había en la explanada del rompeolas dos grandes redes puestas a...
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