O'Donnell : 21
O'Donnell Capítulo XXI de Benito Pérez Galdós Aunque debía su puesto a los hombres de Julio, el gran Sebo era una excepción venturosa en nuestra política, y no estaba cesante bajo la dominación moderada. Decía de él Centurión que era una de esas lapas que no se desprenden de la roca sino hechas pedacitos. El caso fue que en la crisis de Octubre del 56, la subida de Narváez hirió a Telesforo en lo más sensible de su dignidad. ¿Con qué cara continuaría en su empleo, él, que bien podía contarse, y a mucha honra, entre los hombres de Vicálvaro? ¿Presentaría la dimisión antes que un ignominioso puntapié le lanzara a la calle? En tales dudas estaba, cuando su protector, el Marqués de Beramendi, confortó su turbado espíritu con estas razones: «Usted no dimite, ni le dimiten, porque es un funcionario irreemplazable en el organismo de la Administración. Y para que el amigo Nocedal así lo comprenda, y detenga la mano aleve que a estas horas emborrona las...
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