VIII. Pasión del andar y ver
LOS viajes por España fueron, como ya quedó apuntado que Azorín nos va a decir, una de las grandes pasiones de los hombres del 98. Retrato de Ricardo Baroja, por Penagos. Andar y ver. He aquí la empresa viajera de estos escritores y artistas que, en un momento difícil del país, consumado nuestro desastre colonial, pretenden volver a la raíz honda de la tierra sin ningún socorrido viva Cartagena, sin aspavientos patrioteros y sin alharaca alguna. Pío Baroja, que fue el hombre que negó con más insistencia la generación a que pertenecía, resultó ser uno de los que más entusiásticamente, sin embargo, hicieron honor a los rumbos viajeros a la entraña del país. Muchas de sus novelas no hubieran sido posibles de no haber mediado el viaje del que surgió la idea, el cañamazo de la historia, y, lo que es más importante, el vívido rumor ambiental y paisajístico. Viajes a pie o a lomos de caballerías; viajes cortos aunque fatigosos, muchas veces en incómodos, pintorescos...
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